En silencio aguardamos todos, cuando queremos, cuando esperamos y sobre todo cuando necesitamos la soledad. Pero los silencios empiezan hacer ruidos, atormentarnos y a agobiarnos; hacernos más dura la tarea de empezar de nuevo, como cuando queremos caminar rápido pero olvidamos que nuestras piernas son cortas y no darán para mucho, y empezamos a correr con el riesgo de caernos, con la duda en el pensamiento y la impotencia acumulándose cada vez más en los puños.
Hoy no tengo ganas de escribirte, hoy a través de las palabaras de Neruda, dedico un fragmento de esas frases que me gustaria decir, van dedicadas a ti, a ese sentimiento que nos llena de miel y de hiel, a las palabras falsas y a los momentos furtivos, tan furtivos como tus miradas cuando se cruzan con las mias...
Y entonces, cada vez pienso más mientras cruzo la calle, mientras tropiezo tontamente con la gente tratando de no observar porque corro el riesgo de encontrarte y querer quedarme contigo, como antes, como siempre...
Me detuve, y allí vi: la soledad caminando detrás del tiempo, y el tiempo detrás de la muerte... cada uno rogándole al otro para que se quede, para que no se vaya.
No me pidas que no sangre
Me atrevería a matar un ángel si por hacerlo la recompenza es su mirada y esos momentos furtivos que hoy, viven en el recuerdo. Si, Me atrevería, pues bien sé, que un ángel se mata cuando le cortas las alas, Recuerdas, tu me lo enseñaste cuando cortaste las mías...
